Wednesday, December 26, 2012

La pérdida de la inocencia


Justamente el día de su décimo tercer cumpleaños, ocurrió lo que desde su niñez tanto había temido. La sangre dejó una gran mancha en la antes impoluta superficie de sus sábanas, y en la blancura de su ropa de cama. En sus muslos el líquido carmesí también había dejado su rastro en forma de hilos de diferentes tamaños. No, no era ignorante ante el significado de aquella aparente hemorragia, su madre desgraciadamente fue demasiado explícita. Ya era una mujer, ya podría concebir al heredero del esposo que sus propios progenitores se encargarían de buscar.

La pobre chica, a pesar de haber intentado ocultar las sábanas y el camisón manchados, padeció la decepción de ser expuesta gracias a su doncella. ¿Cómo podría ésta comprender el temor de su joven señora?

Días después, y habiendo recibido con alegría la noticia, los padres enseguida organizaron una fiesta en la propiedad, invitando a todos los jóvenes que consideraron dignos para su hija. 

Cuando la luz de las estrellas iluminó el firmamento, los invitados comenzaron a llegar. Sus miradas recorrieron con interés la ya no infantil figura de la rubia debutante. Deteniéndose especialmente en sus caderas, signo inequívoco de madurez y fertilidad femenina.

Las horas pasaron, y ninguno de los muchachos logró captar el interés de la señorita, quien era incapaz de mirarlos directamente a los ojos por mas de 2 segundos al momento de ser formalmente presentados. Ella simplemente no sabía como reaccionar.

No fue sencillo, pero finalmente consiguió escabullirse lejos de la multitud que se concentraba en el salón principal. Y vagó sin rumbo fijo entre los pasillos vacíos hasta que a travesó la puerta que daba al jardín, donde el silencio de su mente se quebró con el sonido de lo que al principio creyó eran quejidos de dolor. Alarmada siguió el ruido hasta llegar  a un frondoso arbusto, donde la imagen fugaz de dos cuerpos entrelazados logró clavarla al suelo. 

Allí, no muy lejos de ella, estaba una chica a la que conocía solamente de vista. La bochornosa imagen de los pechos de ésta al descubierto, siendo lamidos fervorosamente por la lengua de un muchacho cuya identidad ignoraba, hizo que sus tobillos flaqueasen, y que la impresión le arrebatase un gemido involuntario.

Los amantes parecieron no notarlo, el ruido los comensales en el interior de la casa al parecer los envolvía en un velo de erótica "intimidad". Él la tenía firmemente apoyada contra la pared, mientras la embestía con vehemencia, moviendo las caderas de atrás hacía adelante.

La ya muy ruborizada novicia que los observaba hipnotizada, había caído sobre la hierba, siendo amparada por el frondoso arbusto detrás del cual aún se encontraba, incapaz de levantarse, debatiéndose entre abandonar aquél lugar donde evidentemente sucedía algo "inapropiado" y quedarse... 

Con los ojos muy abiertos y el rostro enrojecido, contemplo la escena. El muchacho tenía las manos debajo del vestido de la chica. Le sujetaba las nalgas mientras el resto del cuerpo mantenía la falda bien arriba, dejando visible los oscuros rizos que cubría en sexo de su pareja. Fue en el momento en el que Él hizo las caderas hacía atrás, que la adolescente obtuvo el primer atisbo visual de un miembro masculino.

La visión la confundió, pero al mismo tiempo despertó en ella un anhelo antes desconocido. La sensación se concentró especialmente en el área entre sus muslos. Claramente sintió como algo líquido salía de Ella, y por unos instantes de ignorancia creyó haber tenido un accidente. Por lo que llevo una mano allí, la deslizo debajo de sus prendas interiores y palpo su propio sexo, recibiendo un pequeño espasmo en respuesta. Su dedo índice descubrió el pliegue entre los labios del sexo, y sintió un líquido espeso que al parecer cubría toda la superficie.

Intrigada, movió un poco el delgado dedo, y la angustiante sensibilidad la golpeó. La sensación era inexplicable, cercana al placer de dar alivio al escozor en un piquete. Y continuó acariciándose mientras  miraba, como el muchacho seguía entrando y saliendo del sexo de su compañera, hasta comenzar el mismo a gemir.

Ella quería sentir lo mismo, quería llevar a aquél descubrimiento hasta el límite. Su propio coño estaba tan húmedo ya, que fue fácil introducir un dedo los dos primeros centímetros, y lo disfrutó hasta que el dolor la obligó a detenerse. Pero no lo entendía, algo parecía impedir que su dedo continuara haciéndose paso a través de su sexo. No entendió por qué a Ella le dolía mientras que la otra mujer estaba feliz, sumida en el éxtasis.  Así que la inconsciente niña, decidió ejercer más presión con el dedo, incluso empezó a sacarlo y a meterlo, pero aún así no sintió más de aquella placentera sensación, en lugar de eso el dolor se incrementó, y cuando se dio por vencida encontró que su dedo se había manchado de sangre.

No podía ser, aún no debería haber vuelto a sangrar, y sin embargo allí estaba; ese color rojo, el ardor en su entrepierna. Pero finalmente  la respuesta no provino de alguna información almacenada en sus recuerdos, sino del instinto. Una pavorosa pero inexcusable verdad. Y sea cual fuere el tiempo transcurrido mientras lo asimilaba, al volver a la realidad cayó en cuenta  de que la pareja había abandonado el jardín, dejando a su paso algunas prendas de vestir, pero no sólo éste insignificante detalle estaba fuera de lugar. Silencio.

Repentinamente en lugar de risas se escucharon alaridos de terror; el sonido de los instrumentos musicales, enmudecido por la marcha estruendosa de los caballos, cuyos cascos amenazaban con abrir la tierra debajo de ellos. Un ejercito invasor, la perdición de cualquier pueblo pequeño, había salido de los libros de historia de su padre para repartir la tragedia entre los habitantes de aquella desdichada comarca, que en su mayoría habían acudido a la celebración.

Todo en lo que pudo pensar la joven en esos instantes de pánico, fue en su familia.

Renunció a la protección del improvisado escondite para correr en dirección a la casa. Pero la miseria se mostró ante sus ojos. Los solados habían penetrado hacía tan sólo unos segundos en un estampido de hojas teñidas de escarlata y gritos de guerra; cortando miembros humanos a diestra y siniestra de todo aquél desventurado que estuviera en el camino.  El horror desmedido convirtió a las personas en una horda de animales buscando desesperadamente una salida de aquél infierno. Ella no alcanzó a ver sus padres entre los rostros que pasaban a su lado. Estaba siendo arrastrada por la multitud hacía el exterior, donde una tormenta se había desatado. La lluvia y la luz de los relámpagos consiguieron cegarla. Alguien atrás lanzó un grito de dolor; sintió que algo caliente salpicó su espalda y al segundo siguiente cayó al fango bajo el peso de un cadáver corpulento recién decapitado. Los gritos se apagaron.


-¡Traigan a todas las mujeres que quedan! ¡Incluso a las niñas! ¡Quiero que a todas las junten en grupos dependiendo de  la edad!-

La voz era poderosa, impositiva. Era algo tan evidente que ni siquiera necesitó entender lo que decía. Se trataba de un idioma muy poco familiar para Ella, pero consiguió distinguir un par de palabras: "mujeres"  "juntar"... No importaba, todo era demasiado confuso. Le ardían los ojos, le dolía la cabeza... la espalda; su cuerpo y espíritu estaban abatidos, pero sabía que si no lograba liberarse de la masa inerte que tenía encima, terminaría por asfixiarla. Con dolorosa lentitud recuperó la sensación en uno de los brazos y lo estiró hacía adelante para enterrar las uñas en el suelo con la intención de poder impulsarse lejos del cadáver. Sus fuerzas flaqueaban, pero un remanente de voluntad  bastó para lograr su cometido. La falda del vestido fue arrancada y permaneció en el suelo, debajo del muerto; Ella parecía no haberlo notado. Balanceándose de lado a lado, avanzó a través del campo mirando al horizonte y tropezando continuamente con los cuerpos diseminados alrededor. Apenas paso un minuto cuando un golpe fulminante la envió de vuelta a la tierra. Silencio.

1 comment:

  1. Me encanta la cantidad de detalles que pudiste aportar al prologo mismo, esperaba que escribieras más sobre la fantasia en concreto, pero lo has hecho maravillosamente. Espero puedas escribir de esta manera mas seguido.

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