Wednesday, December 26, 2012

Mi Educación. Parte II

Cruzando el Umbral del Dolor

Para una chica como yo, acostumbrada a las atenciones características de una familia que pudiera considerarse "acomodada", ésta fue quizás la etapa más difícil durante mi educación como sumisa. Pero ya sabía yo que sólo los castigos tales como, la indiferencia; la humillación; negación del orgasmo o de la vanidad propia, bastarían. No era concebible puesto que mi ingenuidad y abstracción me llevaban con frecuencia a cometer errores, errores que merecían castigos ejemplares, lo suficientemente contundentes como para  que la lección aprendida jamás fuese olvidada.

Mi afinidad con el dolor se limitaba a cuánto de éste era capaz de infligirme a mi misma. Y nunca me atreví a sobrepasar el límite por propia voluntad, sin embargo era precisamente esa la idea que tenía que sacar de mi mente y vocabulario para lograr ir más allá, hasta donde mi Dueño lo deseara. Él quería que me castigara yo misma.

Cabe destacar el hecho de que durante este período de "Doma", no vivía junto a mi Dueño. En lugar del espacio mínimo entre dos almas complementarios que desearan  consumar su unión,  nos separaban miles de kilómetros de distancia.



  • La Azotaina de la Disciplina


Quien pueda llegar a creer que una relación D/s en la distancia es más "suave", está muy equivocado. Pero Al menos no lo fue para mí. 

Sé que lo primero que a alguien le vendría a la cabeza sería algo así como:

"No importa, puedes decirle que cumpliste con el castigo, pero en realidad no hacer nada. Él no tendría  pruebas para desmentirte"

Pero a diferencia de la mayoría de los humanos, quien haya decidido vivir como sumiso/a no puede darse el lujo de ser deshonesto para con su Dominante. La sinceridad y honestidad para con nuestro Dueño/a constituyen las piedras angulares de nuestra existencia y costumbres. De modo que yo estaba incapacitada para montar una farsa, y Él podría descifrarlo de cualquier manera.

Para los primeros azotes se me ordenó hacerlos con la palma de mi mano, pero el ruido que hacía al castigar mis nalgas de aquella manera, impidió que ejecutara la orden con la suficiente convicción para complacer a mi dueño. Admití que era una buena excusa para no proseguir.

Lo siguiente fue una cuchara de madera, compacta pero a la vez ligera. Ésta también fue descartaba, pues las marcas en mis nalgas no eran lo suficientemente visibles en las fotografías que debía enviarle a mi Dueño después. Pero casi de inmediato, mi hábil propietario descubrió un instrumento más efectivo. Un Cable.

A falta de látigo, fue una elección apropiada como reemplazo. Debía doblar el cable para hacerlo lo más fácil posible de manipular; empinarme hasta que mi pechos estuvieran apretados contra el colchón; levantar mi culo y empezar a golpear mis nalgas con el cable. Al principio lo hacía con demasiada suavidad, y mi Dueño lo desaprobaba ya que se suponía que era un castigo, no un juego. Yo no quería decepcionarlo, así que a pesar de mis propias restricciones incrementé la intensidad de los azotes. A momentos el dolor lacerante era tan abrasador que mis manos y piernas temblaban, llegando a hacer que en varias oportunidades perdiese el equilibrio, a lo que mi Amo respondía con un simple y contundente:

"No te detengas, sigue, No pares hasta que yo lo ordene"

Su voz de mando revivió mis ganas de complacerlo a través de mi obediencia. Y llegué a azotarme con frenesí, pero Él prefirió que lo hiciera lento pero con fuerza. Ya para entonces sentía como si mi piel fuera a abrirse; mis ojos húmedos y mi piel ardiente. 

Me detuve cuando Él así lo quiso. Ni si quiera pude acostarme apropiadamente sobre la cama debido al dolor. Pero él no quería que descansara hasta que hubiera tomado fotos de mis nalgas. Y al levantarme, no con muy poca dificultad... Descubrí en el espejo el resultado de mi convicción como sumisa. Ahí estaban las marcas, rojísimas, inflamadas; líneas incontables de diferente tamaño sobre la antes superficie blanca de mi piel.  Sin poder explicármelo en ese momento, sonreí; estaba tan feliz y excitada como lo hubiera estado si mi Amo me hubiese usado. El dolor incandescente iba menguando hasta convertirse en un delicioso escozor. Entendí el significado "entre líneas" de lo que acababa de hacer, quiso siempre que yo rompiera mis límites para Él. 

Experimenté el orgullo de ser una masoquista para mi Dueño. 


{S}Lilu

1 comment:

  1. Lo has dicho bien, estoy orgulloso de mi sumisa, estoy orgulloso de que seas masoquista, porque me complementas. Asi como nuestra primera noche cuando te use por el culo la primera vez y gemias como loca, me decias que te dolia, pero te levantaste toda humeda de placer. Aun deseo desarrollar esa parte tuya, hacerte mas masoquista, verte mojarte al recibir mas dolor.

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